Sinfonías Paralelas Capítulo 3 “Rosas de Cristal”


Bueno antes que nada perdon por la demora, No es que no hayan podido vivir sin mis historias pero la disculpa no viene mal. sensillamente no tengo excusas si no escribi antes fue de paja nomas

Asi que ya saben, le dan play al video y disfruten de la lectura

Sinfonias Paralelas Capitulo 1 Decisiones

Sinfonias Paralelas Capitulo 2 Besados por el Fuego

Sinfonías Paralelas

Capítulo 3 “Rosas de Cristal”

Los últimos rastros del fuego no tardaron en desvanecerse del traje del artista, las columnas de fuego aminoraron hasta apagarse por completo. El teatro estalló en un sonoro y prolongado aplauso. Mientras, un gesto, bastó como orden para que un ayudante se acercara y se llevara los restos del saco chamuscado, cambiándolo  por una campera de lana gruesa con capucha y botas largas, demasiado abrigado para el clima del teatro. Espero hasta el final de los aplausos, y luego de un ínfimo silencio  la música brotó una vez más de las entrañas del legendario violín, el “Hueso Dragón”. En esta ocasión la melodía  fue calma y los movimientos del artista se limitaban demasiado de la cintura para abajo. La cadencia de la pieza era suave y relajante con un ápice de tristeza; de repente el artista rasga el violín en una larga y aguda nota llevando el arco hacia atrás de su hombro y aprovechando su regreso para ocultar su rostro bajo la capucha.

Una lágrima corre por la mejilla de Brand recordando la primera vez que oyó esa melodía, en el cuerpo de una mujer.

Ese lunes había sido realmente malo, una mala noticia tras otra y el humor de Brandam soltaba chispas de furia. Ya era mediodía, el bar de la calle Bowson y Striling era el menos elegante de toda la zona y no llevaba mucha clientela, Brand lo frecuentaba siempre que necesitaba un poco de paz.

-Que va a pedir hoy el Sr Morghulis?- La voz de una joven moza lo distrajo de sus pensamientos

-Que tal está el sándwich de atún y queso?-

-Exactamente igual que cada vez que pregunta- Contestó la moza inclinando su cabeza hacia un lado y presionando la bandeja vacía en un abrazo contra sus pechos en forma de coqueteo. –Alguna vez va a probar algo más de la casa?

-Y qué delicias podría ofrecerme este bar que pudiera ser de mi agrado?- El humor de Brand no había cambiado y no lo disimulaba bien ante la muchacha

-Muchas cosas podrían ser de su agrado, una torta? Un budín tal vez? Una joven moza sin compromisos?-

Brand dejo escapar un indicio de risa petulante – Lo dulce me empalaga y todo lo demás ya lo he probado, pero si tienes helado de limón envuélvemelo para llevar-

-También tenemos salados si lo deseas y “todo” lo demás solo lo haz probado una vez- Al hacer las señas de comillas con sus dedos provoco que la bandeja apretara más sus pechos y estos se abultaran. Brand sonrió hacia la bonita vista pero no se entregó al coqueteo.

-Una vez es más que suficiente para mí, ya no tienes nada que yo desee, excepto helado de limón- Sostuvieron una no muy breve mirada fija el uno hacia el otro- Medio kilo estará bien para mí-

-Medio kilo sabor limón para el Sr entonces- Dijo derrotada y giró sobre sus talones en dirección al interior del bar.

Al volver su vista al frente noto una sutil presencia a dos mesas de distancia, una joven muchacha, de música calma, cabello liso y suelto sin llegar a los hombros, ojos tremendamente azules, en su piel un vestido blanco veraniego que deja al descubierto su delgada silueta. La mirada de la muchacha también había notado la presencia de Brand, pero no tardó en esconderla bajo la timidez. Brand decidió que era estudiante por unos libros y el atado de hojas desprolijas que pretendía ser una carpeta. A Brand le atraía esa mujer pero físicamente no era mejor de ninguna de las decenas que había conocido y su melodía no era entretenida <<Tiene bellos ojos, nada más>> Pensó arrogante, con demasiada ingenuidad.

El piqueteo del rocío en una mano trajo a Brandam a la realidad. Del techo del escenario caían diminutas gotas de agua fría, un sistema de riego simulaba una llovizna ficticia, y  por descuido esa llovizna llegaba a la primera fila, aunque al público no parecía molestarle.El sistema de refrigeración se encendió en todo el teatro.

Algunos de los cañones por donde anteriormente había salido fuego ahora dejaban escapar un denso vapor de hielo haciendo que el artista estuviera agradecido del cambio de calzado. Cerca de la altura donde fluye la humedad se encendían luces azules que evidenciaban la perfecta condensación del rocío que caía formando cristales. El público estaba casi inmóvil, y no era posible saber si era por el frío, por la música tranquilizadora o por la belleza de los cristales de escarcha brillando bajo la luz azul.

El artista seguía tocando el violín plácidamente haciendo leves movimientos de baile, la melodía hacía sentirse como si las caricias pudiesen ser oídas.

Una explosión resuena detrás del artista, seguida de otra y muchas más, los cañones que habían estado inactivos estaban disparando en dirección al techo del escenario y los cristales de escarcha eran acompañados de una lluvia de pétalos azules que descendía y se dispersaba por todo el teatro. El público estaba más que maravillado y Brand sentía que había logrado su cometido. El aire estaba teñido de azul, un azul tan hermoso que solo era superado por aquellos ojos.

El clima estaba refrescando repentinamente, la corteza del sándwich había quedado intacta en el plato, Brand agotó el último sorbo de gaseosa e hizo una seña a la moza por la cuenta. La mirada de la joven estudiante se trasladaba desde páginas de un libro al manojo de hojas desprolijas y a la mesa de Brand, directo a él, luego retomaba al libro con notable inquietud. Brandam la miraba de reojo mientras se concentraba en la infinidad de porquerías que acarreaba ese día y que lo acompañarían por toda la maldita semana, a eso lo alternaba con la duda de que era lo que le atraía de esa muchacha.

De repente, una fuerte rafaga de viento, se colo por entre las mesas del bar y varias hojas se desprendieron del apunte de la muchacha. Brand se limitaba a observarla, ya no de reojo, y sus pensamientos se centraban solo en esa duda que le quemaba por dentro. Mientras tanto, la joven mascullaba maldiciones entretanto caminaba agachada intentando alcanzar una hoja que se alejaba cada vez que ella estiraba la mano para atraparla. La pose le favorecía las curvas del trasero. Una segunda rafaga reveló por un corto momento que el vestido no era lo único blanco que ella vestía, cosa que a Brand le resultó gracioso y su risa se hizo sonora a una mesa de distancia de ella. La joven aplastó el vestido contra sus nalgas y enderezó la mirada hacia él, directo a él y la sostuvo. Por un momento esos ojos azules lo paralizaron, quizás por la belleza, o tal vez la risa involuntaria lo incómodo. Otra ventisca rompió la conexión y distribuyó más páginas por todo la vereda del bar, la muchacha volvió a su desesperante tarea soltando quejidos. Brand odiaba meterse en asuntos ajenos más cuando los suyos propios estaban lejos de zanjarse, pero decidió ayudar a esa desconocida. Fue recogiendo una hoja tras otra y analizandolas superficialmente: aburrida medicina, psicología, patologías cardiovasculares, hemodiálisis y… una interesante partitura, la analizo un buen rato y aceptó que era buena.

-Gracias- le susurro aquella suave voz y extendió su mano para tomar los apuntes de la mano de Brand. –No hay porque- dijo el con desgano y por instinto al soltar los apuntes, tomo la muñeca de ella y se sorprendió de lo que oyó. Su música era la más dulce que había escuchado en ninguna mujer, sus latidos cantaban con total claridad, Bran se sentía como si su maldito lunes hubiese desaparecido junto con todas las preocupaciones, dejándolo aliviado, sereno. Ella lo observaba con mirada inquieta y sus labios se movían mudos, indecisos por cual palabra sería la siguiente en pronunciar

–Mi nombre es Brandam, encantado- Dijo rompiendo el silencio

–Lo sé, yo también –

-También te llamas Brandam, Wow- Su voz mostraba diversión-

-No, mi nombre no- Su sonrojo era evidente –Me llamo Melissa, Melissa CherryBerry. Sé quién eres, soy una gran admiradora tuya- Su timidez era adorable

<<Oh vaya, eso explica las acosadoras miradas>>

-Estudias medicina?-

-No, no exactamente-

-Vi tu partitura, es buena-

-Gracias-

-Me resulta familiar, tú la compusiste?-

-Sí? es muy probable, bueno no en realidad no, si, si la composición es mía – Las pulsaciones de la muchacha se aceleraban y Brand se sentía cada vez más relajado.

Unas gotas de llovizna precedieron un trueno y el sobresalto de la muchacha liberó a Brand de la encantadora melodía.

-Si no tienes otros planes me encantaría seguir esta conversación en mi departamento, tengo mi auto estacionado a media cuadra-

-No-

-No quieres venir?- Brand no estaba acostumbrado a ser rechazado, su mal humor estaba reapareciendo.

-No, que no tengo nada que… Sí, estoy libre, me encantaría conocer dónde vives- Asintió ella

-Sr Morghullis aquí está su cuenta- Interrumpió una voz molesta –Lamentablemente no nos queda helado de limón, así que elija entre mora y cereza-

-Ya elegí, me llevare ambos-

* * *

Melissa estaba maravillada por ver tantos adornos de marfil. Prácticamente a donde se mirara se veía algo blanco, y ella parecía tener una pregunta para cada objeto, Brandam las respondía con el mejor de los agrados mientras descorchaba y servia un buen vino blanco. La joven pareció muy fascinada por una hermosa y perfecta figura de bailarina de ballet que cabía a la medida en su palma, Brand insinuó en regalarse, pero ella lo rechazo cortesmente. Se veía era como una niña curiosa en una jugueteria.

-Esta cosecha te encantara, pero bébelo despacio-

-Em, solo un poco, no puedo beber-

-No es demasiado fuerte y si te preocupa emborracharte yo mismo puedo llevarte a tu casa-

-No es por eso, no tiene importancia-

-Y entonces estudias medicina o música, o ambas?- Brand se perdía en sus ojos, realmente eran hermosos.

-Soy una mujer muy aburrida, practico ballet y he abandonado mis estudios por ahora, es todo lo puedo decirte-

<<Esta mujer es todo un misterio, hace que me guste más>>

-De acuerdo, no preguntaré más- Alzó sus manos hasta sus hombros como si lo estuviesen asaltado.

La muchacha sonrió con gracia, él le devolvió el gesto.

-Puedo ver el Hueso Dragon?- Pidió con una emoción palpable.

-Y cómo negarme a la belleza de tus ojos si me lo pides mirándome así-

La tomó de la mano y la guió a su sala personal.

-Esta es mi sala personal, la uso de oficina cuando tengo papelerio que llenar, el violín está aquí mientras decoran la sala de estar para una presentación. Notaras que también hay un piano-

La sala al igual que el resto del departamento tenía estatuillas de marfil por todos lados. La muchacha fue acercándose a una de las paredes hacia el mostrador de vidrio, y paso a paso el legendario violín se iba descubriendo. La pieza era de marfil genuino, era antiquísima y sin embargo no había perdido ni un ápice de brillo y color, un blanco puro, impecable, que hacía ver a los adornos y al piano sucios.

-Es hermoso- Elogio ella

-Lo es- Asintió él

-Seria mucha molestia pedirte que lo toques?-

-Por seguridad las llaves no están conmigo- Mintió

<<No voy a enfrentarme a este maldito instrumento ahora>>

Brevemente recordó una de las porquerías que habían hecho amargo su lunes.

-Pero puedo tocar el piano si me acompañas- La sujeto de la mano y la llevo camino al piano para distraer su atención del violín. Tuvo éxito.

-Y qué obra tocaremos?-

-Te parece bien la partitura que tú compusiste?

Un sonido seco y un tirón en la mano hicieron girar a Brand y ver a la muchacha de rodillas en la alfombra a punto de tumbarse. Con sus reflejos de bailarín la sujetó a tiempo en un movimiento artístico evitando el completo desplome de su peso muerto en el suelo.

-Estas bien?-

Ella contestó con una carcajada ebria -Te dije que no debía beber, no debo beber nada, ahora estoy mareadita-

Sin levantarse de su posición ella entrelazo sus dedos tras la nuca de él, y le dio la mirada más azul que jamás le habían dado. Brand sólo pudo entregarse a esos ojos y acariciar sus labios con los suyos es un delicado beso, sus bocas se abrían y el beso se volvía más apasionado. Los dedos de Melissa describían un camino de suaves  caricias desde las mejillas de él hasta su nuca haciendo de su cabello una fiesta, él alineó un recorrido de besos desde el cuello hasta la garganta lentamente.

Él le levantó su vestido por encima de su cabeza mientras ella alzaba sus brazos para ayudar a liberarse. Con poca destreza gracias al alcohol terminó de desabotonarle la camisa y lentamente coloco un beso chillón justo en el vello de su pecho, él sintió sus labios fríos. Vestimentas y ropa interior marcaban un camino desde la sala de estar hasta el dormitorio.

Ambos se hallaban ya sobre la cama, sumidos en un mar de pasiones cambiantes, de besos y caricias desperdigadas casi al azar, con la intención de descubrir al otro con las manos y labios juguetones que no dejaron ni un centímetro de piel si explorar.

Brand estaba extasiado, la piel de ella  era tan suave, tan fresca y blanca, era un alivio sentir esa piel contra la suya. Los rastros de alcohol parecían haberse disipado en los azules ojos de Melissa y reflejaban un deseo intenso pero derramando paz a la vez. Los movimientos de ambos, fluían acompasadamente al unísono, como en un acuerdo tácito.

El buscó un envoltorio de plástico, lo abrió con sus dientes y colocó el condón en su erección deslizándolo hasta el fondo. Ella por su parte relajo sus piernas invitándolo a entrar y él lentamente fue sumergiéndose en ella. En ella y en su pacífica  melodía.

Sus latidos, su movimiento de pelvis, sus perezosos gemidos, todo sincronizaba en armonía y oírla lo dejaba calmo y placido. Cada embestida, hacía que ella se abrazara más a él, con las piernas enlazadas en su cintura, las manos en su cabello, hombros, espalda y de nuevo a su cabello.

-Oh Melissa- Exhalo él

-Di mi nombre de nuevo- Suplicó ella

Y con su nombre una vez más en sus labios, estalló sobre ella aliviandose y dejando caer su peso lentamente sobre el delgado cuerpo.

Ella le hizo un gesto para que él se apartara a un costado, pero cuando él giró ella no se apartó de él. Lo mantuvo  en su interior.

-No hagas nada, solo relajate y dejamelo a mi ahora-

El asintió en silencio mirándola desde abajo.

Una mano acariciaba el vello de su pecho mientras se hundía  enteramente en él hasta llegar a lo más profundo. y sin más movimiento que una inclinación apoyó su mejilla sobre su corazón.

Tan ligera y delicada apenas sentía su peso y su piel tibia lo refrescaba. Su melodía era tan clara que no necesitaba el mínimo esfuerzo para comprenderla, su pasivo pulso y su sexo comprimiéndose una y otra vez en torno a él era todo lo que necesitaba oír. Todos sus fantasmas habían desaparecido. Rodeo sus brazos en torno a ella y resolvió que no seria la ultima vez que desearía oír la música de esta mujer.

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